El diagnóstico de padecer hepatitis C y pasar a vivir con esta enfermedad supone un impacto emocional en las personas que la padecen.
Tras el diagnóstico muchas personas sufren un estado de conmoción e incredulidad. Entre otros motivos porque en muchísimas ocasiones se desconoce cuándo y cómo se pudo contraer. De hecho, un elevado porcentaje de las personas con hepatitis C asegura que desconocía la enfermedad cuando se la diagnosticaron, e incluso más de un tercio ignora cómo contrajo la infección por el virus de la hepatitis C.
Sin embargo, pese a los cambios en la vida diaria que supone convivir con la hepatitis C, y tras un periodo de asimilación y adaptación, se puede controlar la situación y tener una buena calidad de vida.
Otro momento donde la salud emocional y menta entra en juego es cuando se empieza el tratamiento. Contar con el apoyo de los familiares y amigos es importante para afrontarlo con ánimo y sentirse preparado.
Además, se puede recibir apoyo de las asociaciones de pacientes. En ellas se puede encontrar información de la enfermedad, su evolución y tratamientos existentes en la actualidad. Pero también son un importante apoyo, por ser un punto de encuentro con otras personas en la misma situación vital y con experiencia que pueden compartir vivencias. Además, pueden orientar para saber afrontar psicológicamente la enfermedad.